Mayordomia

Todo para Él: Respondiendo al llamado divino

La esencia de la Mayordomía radica en una entrega total a Dios, un acto de amor incondicional que abarca cada aspecto de nuestro ser. No se limita a ofrendas materiales o servicios específicos, sino que engloba la totalidad de nuestra existencia.

Tal como lo indica el mandamiento: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas" (Marcos 12:30). Esta devoción absoluta implica consagrarle a Dios todo lo que poseemos y todo lo que somos.

Como lo ilustra la cita de Patriarcas y Profetas: "Desde la cruz del Calvario, Cristo nos pide una consagración sin reservas. Todo lo que tenemos y todo lo que somos, lo debiéramos dedicar a Dios" (p. 185). La Mayordomía va más allá de la simple administración de recursos; es una respuesta de amor y gratitud a la redención que Él nos ha brindado.

En este sentido, la Mayordomía no se reduce a los pilares tradicionales de talento, templo, tesoro y tiempo. Es una entrega integral que abarca cada esfera de nuestra vida: nuestras habilidades, nuestros dones, nuestros recursos, nuestras decisiones, nuestros pensamientos y, en primera instancia, nuestro corazón.

Es un compromiso de vivir en constante alineación con la voluntad divina, reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Él y que, por lo tanto, le pertenece. La Mayordomía es un acto de fe que nos transforma en instrumentos de su amor y gracia en el mundo.